TEMA 3. Diferencia entre lengua oral y escrita
Hecho por: Romero Lopez Gabriel
Redionovela Audio
El temido enemigo (Guion)
Jorge Bucay
Narrador: Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al
que le gustaba mucho sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo
con tenerlo, él necesitaba, además, que todos lo admiraran por ser poderoso.
Así como a la madrastra de Blanca Nieves no le alcanzaba con verse bella,
también él necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era.
Él no tenía espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y
sirvientes a su alrededor a quienes preguntarle si él era el más poderoso del
reino. Invariablemente todos le decían lo mismo:
Cortesano.-Alteza, eres muy poderoso, pero tú sabes que el mago tiene
un poder que nadie posee: Él conoce el futuro.
Narrador: El rey estaba muy celoso del mago pues aquel no sólo tenía
fama de ser un hombre muy bueno y generoso, sino que además, el pueblo entero
lo amaba, lo admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.
No decían lo mismo del rey. Quizás porque necesitaba
demostrar que era él quien mandaba y el rey no era justo, ni ecuánime y mucho
menos bondadoso.
Un día, cansado de que la gente le contara lo poderoso y
querido que era el mago, o motivado por esa mezcla de celos y temores que
genera la envidia, el rey urdió un plan: Organizaría una gran fiesta a la cual
invitaría al mago. Después de la cena, pediría la atención de todos. Llamaría
al mago al centro del salón y delante de los cortesanos, le preguntaría al mago
si era cierto que sabía leer el futuro. El invitado tendría dos posibilidades: decir
que no, defraudando así la admiración de los demás, o decir que sí, confirmando
el motivo de su fama. El rey estaba seguro de que escogería la segunda
posibilidad. Entonces, le pediría que le dijera la fecha en la que el mago del
reino iba a morir. Éste daría una respuesta un día cualquiera, no importaba
cuál. En ese mismo momento, planeaba el rey, sacar su espada y matarlo.
Conseguiría con esto dos cosas de un solo golpe: la primera, deshacerse de su
enemigo para siempre; la segunda, demostrar que el mago no había podido
adelantarse al futuro, ya que se había equivocado en su predicción. Se
acabarían, en una sola noche, el mago y el mito de sus poderes...
Los preparativos se iniciaron enseguida, y muy pronto llegó
el día del festejo.... ...Después de la gran cena, el rey hizo pasar al mago al
centro y le preguntó:
Rey.- ¿Es cierto que puedes leer el futuro?
Mago.- Un poco.
Rey- ¿Y puedes leer tu propio futuro?
Mago.- Un poco
Rey- Entonces quiero que me des una prueba - dijo el rey ¿Qué
día morirás? ¿Cuál es la fecha de tu muerte?
Narrador: EI mago sonrió, lo miró a los ojos y no contestó.
Rey.-¿Qué pasa mago?¿No lo sabes?...
no es cierto que puedes ver el futuro?
Mago.- No es eso pero lo que sé, no me animo a
decírtelo.
Rey.-¿Cómo que no te animas? - dijo el rey ...Yo soy tu soberano
y te ordeno que me lo digas. Debes darte cuenta de que es muy importante para
el reino saber cuando perderemos a sus personajes más eminentes... Contéstame
pues, ¿cuándo morirá el mago del reino?
Narrador: Luego de un tenso silencio, el mago lo miró y dijo:
Mago.-No puedo precisarte la fecha, pero sé que el mago morirá
exactamente un día antes que el rey.
Narrador: Durante unos instantes, el tiempo se congeló. Un murmullo
corrió por entre los invitados.
El rey siempre había dicho que no creía en los magos ni en
adivinaciones, pero lo cierto es que no se animó a matar al mago. Lo perdonó,
sí por conveniencia, pero le perdonó la vida. Lentamente el soberano bajó los
brazos y se quedó en silencio... Los pensamientos se agolpaban en su cabeza.
Se dio cuenta de que se había equivocado.
Su odio había sido el peor consejero
Mago.-Alteza, te has puesto pálido. ¿Qué te sucede?
Rey.-Me estoy sintiendo mal, voy a ir a
mi cuarto, te agradezco que hayas venido. Y con un gesto confuso giró en
silencio encaminándose a sus habitaciones...
Narrador: El mago era astuto, había dado la única respuesta que
evitaría su muerte ¿Habría leído su mente? La predicción no podía ser cierta.
Pero... ¿Y si lo fuera?... Estaba aturdido... Se le ocurrió que sería trágico
que le pasara algo al mago camino a su casa
Narrador: El rey volvió sobre sus pasos, y dijo en voz alta :
Rey.-Mago, eres famoso en el reino por tu sabiduría, te ruego
que pases esta noche en el palacio pues debo consultarte por la mañana sobre
algunas decisiones reales.
Mago.-¡Majestad! Será un gran honor, dijo el invitado con una
reverencia.
Narrador: El rey dio órdenes a sus guardias personales para que
acompañaran al mago hasta las habitaciones de huéspedes en el palacio y
custodiasen su puerta asegurándose de que nada le pasara...
Esa noche el soberano no pudo conciliar el sueño. Estuvo muy
inquieto pensando qué pasaría si al mago le hubiera caído mal la comida, o si
se hubiera hecho daño accidentalmente durante la noche, o si, simplemente, le
hubiera llegado su hora.
Bien temprano en la mañana el rey golpeó en las habitaciones
de su invitado.Él nunca en su vida había pensado en consultar ninguna de sus
decisiones, pero esta vez, en cuánto el mago lo recibió, hizo la
pregunta...necesitaba una excusa.
Y el mago, que era un sabio, le dio una respuesta correcta,
creativa y justa.
El rey, casi sin escuchar la respuesta, alabó a su huésped
por su inteligencia y le pidió que se quedara un día más supuestamente, para
"consultarle" otro asunto... (obviamente, el rey sólo quería
asegurarse de que nada le pasara). El mago - que gozaba de la libertad que sólo
conquistan los iluminados - aceptó.
Narrador: Desde entonces todos los días, por la mañana o por la tarde,
el rey iba hasta las habitaciones del mago para consultarlo y lo comprometía
para una nueva consulta al día siguiente.
No pasó mucho tiempo antes de que el rey se diera cuenta de
que los consejos de su nuevo asesor eran siempre acertados y terminara, casi
sin notarlo, teniéndolos en cuenta en cada una de sus decisiones.
Pasaron los meses y luego los años.
Y como siempre... estar cerca del que sabe vuelve al que no
sabe, más sabio.
Así fue: el rey poco a poco se fue volviendo más y más
justo. Ya no era despótico ni autoritario. Dejó de necesitar sentirse poderoso,
y seguramente por ello dejó de necesitar demostrar su poder.
Empezó a aprender que la humildad también podía tener sus
ventajas. Empezó a reinar de una manera más sabia y bondadosa. Y sucedió que su
pueblo empezó a quererlo, como nunca lo había querido antes. El rey ya no iba a
ver al mago investigando por su salud, iba realmente para aprender, para
compartir una decisión o simplemente para charlar.
Narrador: El rey y el mago habían llegado a ser excelentes amigos.
Narrador: Hasta que un día, a más de cuatro años de aquella cena, sin
motivo, el rey recordó. Recordó que este hombre, a quien consideraba ahora su
mejor amigo, había sido su más odiado enemigo. Recordó aquel plan que alguna
vez urdió para matarlo. Y se dio cuenta de que no podía seguir manteniendo este
secreto sin sentirse un hipócrita.
El rey tomó coraje y fue hasta la habitación del mago.
Golpeó la puerta y apenas entró, le dijo:
Rey.-Hermano mío, tengo algo para contarte que me oprime el
pecho.
Mago.-Dime y alivia tu corazón
Rey.-Aquella noche, cuando te invité a cenar y te pregunté sobre
tu muerte, yo no quería en realidad saber sobre tu futuro, planeaba matarte
frente a cualquier cosa que me dijeras, quería que tu muerte inesperada
desmistificara tu fama de adivino. Te odiaba porque todos te amaban.... Estoy
tan avergonzado...
Narrador: El rey suspiró profundamente y siguió:
-Aquella noche no me animé a matarte y ahora que somos
amigos, y más que amigo, hermanos, me aterra pensar todo lo que hubiera perdido
si lo hubiera hecho. Hoy he sentido que no puedo seguir ocultándote mi infamia.
Necesité decirte todo esto para que tú me perdones o me desprecies, pero sin
ocultamientos.
El mago lo miró y le dijo:
Mago.-Has tardado mucho tiempo en poder decírmelo, pero de todas
maneras, me alegra que lo hayas hecho, porque esto es lo único que me permitirá
decirte que ya lo sabía. Cuando me hiciste la pregunta y acariciaste con la
mano el puño de tu espada, fue tan clara tu intención, que no hacía falta ser
adivino para darse cuenta de lo que pensabas hacer.
Narrador: El mago sonrió y puso su mano en el hombro del rey
Mago.- Como justa devolución a tu sinceridad, debo decirte que yo
también te mentí... Te confieso que inventé esa absurda historia de mi muerte
antes de la tuya para darte una lección. Una lección que recién hoy estás en
condiciones de aprender, quizás la más importante cosa que yo te haya enseñado:
Vamos por el mundo odiando y rechazando aspectos de los otros y hasta de
nosotros mismos que creemos despreciables, amenazantes o inútiles... y sin
embargo, si nos damos tiempo, terminamos dándonos cuenta de lo mucho que nos
costaría vivir sin aquellas cosas que en un momento rechazamos. Tu muerte,
querido amigo, llegará justo, justo el día de tu muerte, y ni un minuto antes.
Es importante que sepas que yo estoy viejo, y mi día seguramente se acerca. No
hay ninguna razón para pensar que tu partida deba estar atada a la mía. Son
nuestras vidas las que se han ligado, no nuestras muertes.
Narrador: El rey y el mago se abrazaron y festejaron brindando por la
confianza que cada uno sentía en esta relación que habían sabido construir
juntos.
Cuenta la leyenda... que misteriosamente, esa misma noche...
el mago... murió durante el sueño.
El rey se enteró de la mala noticia a la mañana siguiente y
se sintió desolado. No estaba angustiado por la idea de su propia muerte, había
aprendido del mago a desapegarse hasta de su permanencia en este mundo. Estaba
triste por la muerte de su amigo.
Qué coincidencia extraña había hecho que el rey le pudiera
contar esto al mago justo la noche anterior a su muerte? Tal vez de alguna
manera desconocida el mago había hecho que él pudiera decirle esto para poder
quitarle su fantasía de morirse un día después. Un último acto de amor para
librarlo de sus temores de otros tiempos... Cuentan que el rey se levantó y que
con sus propias manos cavó en el jardín, bajo su ventana, una tumba para su
amigo, el mago. Enterró allí su cuerpo y el resto del día se quedó al lado del
montículo de tierra, llorando como sólo se llora ante la pérdida de los seres
más queridos.
Y recién entrada la noche, el rey volvió a su habitación.
Cuenta la leyenda... que esa misma noche...
veinticuatro horas después de la muerte del mago, el rey murió en su lecho
mientras dormía... quizás de casualidad... quizás de dolor... quizás para
confirmar la última enseñanza de su maestro.